viernes, 4 de febrero de 2011

“IL MORTO QUI PARLA”

A veces las historias de muertos son muy divertidas, como la del taxista aquel que conocí y al que le iba de maravilla económicamente, tan bien que en muy poco tiempo logró comprarse dos taxis más, manejados por empleados que contrató acá en Buenos Aires.

El viaje por el cual lo tomé era largo, y al parecer le caí en gracia, así que de a poco me contó el secreto de su fortuna. Era originario de la Provincia de Mendoza como yo, y en una oportunidad se enteró que muchas veces moría gente en esa provincia que vivía en la Capital, o tenían todos sus parientes acá, de manera que se hacía imperioso el traslado del cadáver. Pero el inconveniente con que se encontraban los familiares, era el altísimo costo que debían pagar por el viaje, ya sea en un remise de la Cocheria o aún mayor qué duda cabe, si el viaje se realizaba a través de una línea aérea. De forma tal, que el hombre ideó una manera menos onerosa e igualmente efectiva, [desde luego que, contando con la aprobación de la familia del muerto] hacía el viaje de Mendoza a Buenos Aires, llevando el muerto al lado, como un pasajero más, o si se quiere como un amigo. Claro que la tarea no era tan sencilla como se pueden imaginar; antes que nada, no podía tener muchos días de muerto [sobre todo en verano] aunque el coche tenía aire acondicionado, siempre algún tufillo despedía, así que iba equipado con ocho desodorantes de ambientes.

Otro tema a considerar era el aspecto, aunque lo maquillaban no por eso dejaba de tener cierto tono cerúleo, asimismo consideró conveniente adosarle un par de anteojos ahumados aunque lloviera. El cinturón del auto no alcanzaba a sujetarlo, así que cada tanto el cadáver tanto iba para adelante como terminaba muchas veces con medio cuerpo en el piso, incluso el pícaro se deslizaba hacia él y lo descubría de pronto al lado de su oreja. Arregló tales inconvenientes, con otro cinturón que lo ceñía desde el asiento de atrás al de adelante y también se sacó chispas pensando, e innovó pegándole el traje al asiento con un fuerte adhesivo, pero el cuerpo parecía despegarse de la ropa y otro problema era el costo. Lo tenía que sacar casi desnudo y encima vestirlo con otro traje! En fin, optó el buen hombre por último de manejar con la mano izquierda, mientras con la derecha lo agarraba fuerte del hombro; si bien conducir así tantos kilómetros no era muy cómodo que digamos. Además convengamos en que si alguien se fijaba mejor, la verdad es que resultaba un tanto extraño, y claro… lo notaban rígido, silencioso y si se le acercaba alguien ni daba vuelta la cabeza, tampoco sonreía el muy maleducado; incluso en las estaciones de servicio y cabinas de peaje no era capaz de contestar a los saludos. En suma que resultaba bastante antipático; por lo que se le ocurrió - siguió contándome el taxista - a veces, ponerle un cigarrillo en la boca, al principio se lo encendía pero un día se olvidó de apagarlo mientras bajó a comer algo y a su regreso encontró una linda humareda y la noticia de que medio pantalón y un cuarto del saco habían desaparecido, y aunque gozaba de la ventaja extra de que el finado no se quejaba de nada pobrecito ¡y no decía ni pío! decidió que de ahora en adelante era mejor colocárselo apagado y listo.

Con el tiempo mejoró su técnica, y se dio cuenta de que era mejor conducir de noche, ya que al parar para cargar nafta o comer, a la gente le parecía extraño que su acompañante nunca bajara a hacer sus necesidades ni comiera [no olvidemos que hacía uno o dos viajecitos de estos por semana]
De noche en cambio, si se caía para un lado o no hablaba, todos imaginaban que estaba dormido, incluso los de la Policía Provincial se reían de lo lindo y hacían muchos chistes al respecto.

Llegamos, y al bajar lo felicité calurosamente, admirada de ese ingenio y gracia tan especial que tenemos los argentinos, deseándole muchos viajecitos más, así de divertidos.

4 comentarios:

  1. Encantador relato, no sé si será todo verdad, pero de serlo, muy buen talante del hombre.

    Un placer leerte Delia Querida.

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  2. jajaja las cosas que pasan, me recuerda a una peli que en España se llamó 'Este muerto está muy vivo' y se pasaban toda la peli llevan al muerto de aquí para allá y haciendolo pasar por vivo.

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  3. Parece ser uno de esos trabajos poco conocidos por la gente pero que,por lo menos en una época,eran comunes en las provincias.Mi madre contaba que en Córdoba eran famosos por eso los hermanos Marimon,familia de quien fuera campeón de automovilismo.(Hablo de muchísimos años atrás).
    Texto muy interesante y original.

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  4. Para Anónimo:

    Recuerdo la película y me reí de lo lindo con ella, porque se me despierta el sentido del humor, mucho más con el humor negro.

    A Miradorlontano:

    Capaz en Córdoba también pasaban estas cosas. El hombre que me contó la historia, era un taxista de Buenos Aires y comentó que esto ocurrió en Mendoza.

    Gracias por sus comentarios!

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