martes, 27 de mayo de 2014

El arte como vehículo de curación en “The Healing Machine” de Emery Blagdon (FOTOS)

UNA CURIOSA INSTALACIÓN NACIDA DEL DOLOR TRATÓ DE SANAR A LA VEZ QUE ASOMBRAR, EN UNA MEZCLA DE ALQUIMIA, TERAPÉUTICA Y RECICLAJE SAGRADO.

POR: PIJAMASURF - 22/04/2013 


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En la rara y noble estirpe de artistas secretos, Emery Blagdon se ganó un lugar a pulso a pesar de haber muerto hace casi medio siglo. Con “La Máquina para Curar” (The Healing Machine), que comenzó a construir en 1955, Blagdon se proponía un ambicioso proyecto que conjuntaba la ciencia, el arte y la medicina tradicional, alejándose de tendencias del arte moderno que priman la expresión del yo del artista para dar paso libre a la experiencia del espectador en la instalación.
Viajero empedernido, Blagdon comenzó a experimentar con materiales en los 30; lo que podemos ver en “La Máquina para Curar” es tanto el proceso como el resultado de esa exploración, donde el artista-chamán utiliza un elaborado sistema compuesto de madera pintada, alambre finamente doblado, placas de acero, papel aluminio, luces de Navidad, sales curativas e incluso alas de mariposa para crear extraños candelabros colgantes que pretendidamente debían capturar el campo electromagnético de la Tierra; al pasar por la máquina, el espectador-paciente veía sus dolores aliviados.
Expuesta actualmente en el Kohler Arts Center, la instalación reconstruye el estado original en que la pieza debía ser montada, pues como muchos creadores introvertidos, dejó instrucciones de montaje pero también un gran desorden. Dan Dryden trabajaba en una farmacia cercana a donde Blagdon trabajaba, por lo que pudo asistir a la creación de la pieza; luego de experimentar la poderosa presencia de la obra se fue a Nueva York para perseguir su sueño de dedicarse a la música. Cuando volvió a Callaway, Nebraska, a finales de los 80, se encontró con que el artista había muerto; para él fue natural comprar la obra y tratar de exponerla tal como él la había experimentado.
La intención de Blagdon con esta pieza, según sus curadores, fue el expiar el dolor por la muerte de sus padres, quienes fallecieron después de largos dolores. Blagdon consideraba que era capaz de sentir más nítidamente la electricidad de la Tierra que otras personas, por lo que sus exploraciones fueron el resultado de tratar de hacer sentir a otros lo que él sentía naturalmente. Por desgracia, ni siquiera su máquina logró salvarlo del cáncer, enfermedad que cobraría su vida en 1986. 
“La Máquina para Curar” será exhibida en el Kohler Arts Center hasta enero del 2014, luego de lo cual se planea una gira por otras galerías y centros de arte alrededor del mundo.
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viernes, 23 de mayo de 2014

"REVELACIONES" (Spanish Edition) [Kindle Edition]








RESEÑA 

En sus manos tiene un libro apasionante y apasionado escrito con sangre y lágrimas. No es un libro más, trata de lo que descubrí de mis vidas pasadas y su incidencia en mi vida actual. Cada vida descubierta es intensa, emotiva, con más aventuras y lances que una novela. 

En sus páginas encontrará también las increíbles historias de las personas que atendí para liberarlas de traumas y cargas negativas de sus vidas anteriores y que en el presente les impedían crecer y disfrutar como merecían. En estas historias encontrará valiosos elementos que usted puede aplicar en su vida personal y enriquecer su presente. 

Un escritor y profesor como Vicente Battista, autor de cuentos, novelas, teatro, ensayos - entre otras distinciones - recibió el Premio Casa de las Américas (1967), el premio del Fondo Nacional de las Artes (1967), el Premio Municipal de Literatura (1992) y el Premio Planeta (1995) – hace tiempo leyó el presente libro, y según me dijo, era “Perfecto”. 

Estoy segura que la lectura de la presente obra no le dejará indiferente y removerá sus cimientos animándolo a desplegar sus alas y convertirse en ese ser superior al que todos aspiramos. 

Desde mi Esencia, muchas bendiciones para usted. 

Versión corregida y aumentada.


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Encuentran un lienzo de Van Gogh perdido 


desde hacía 40 años


Tres inspectores abrían una caja de seguridad embargada a un acusado de evasión impositiva y de adentro salió un lienzo de Van Gogh perdido desde hacía 40 años.
El lienzo de "Ciprés, cielo y campo" había estado perdido los últimos 40 años. 
(Foto: La Nación/GDA)

Un trámite rutinario. Tres inspectores fiscales abrían una caja de seguridad bancaria que había sido embargada a un acusado de evasión impositiva y de adentro salió un pequeño lienzo enrollado.
La Nación/GDAmar may 13 2014 16:42
Al desplegarlo, apareció un árbol a la luz del atardecer, trazado con pinceladas ondulantes de colores vivos. Estaban frente a un tesoro artístico de valor incalculable: "Ciprés, cielo y campo", un obra perdida de Vicent van Gogh que había sido vista por última vez hace 40 años en el Instituto de Historia del Arte de la Universidad de Viena.
El dueño de la caja fuerte, presente en el operativo, confesó de inmediato la magnitud del hallazgo. Dijo que el cuadro pertenecía en realidad a un millonario extranjero, cuyo nombre no reveló, que lo había traído a España y se lo había dejado como depositario hace unos cuatro años, según describieron fuentes de la investigación.
La obra -de 35 centímetros de alto y 32 de ancho- está fechada en 1889. Peritos de la Agencia Tributaria del gobierno español verificaron la autenticidad de la pintura a fines de abril, después de una investigación que les tomó al menos tres meses.
Además de la firma del célebre pintor holandés, en el reverso del lienzo figuran tres sellos oficiales. Uno corresponde al Rikjsmuseum de Amsterdam y está datado el 8 de abril de 1944 (momentos en que la capital de Holanda estaba ocupada por los nazis). El siguiente en orden cronológico es del Museo de Bellas Artes de Berlín, y el último -del 10 de abril de 1974- corresponde al mencionado Instituto de Historia del Arte de la Universidad de Viena.
Se cree que Ciprés, cielo y campo fue pintado por Van Gogh durante su estancia en el manicomio de Saint Rémy de Provence, unos meses después de cortarse el lóbulo de la oreja izquierda.
En ese período de casi un año -aislado de toda influencia creativa y rodeado de enfermos mentales- creó algunas de las composiciones que serían consideradas obras maestras de la historia de las artes plásticas, como La noche estrellada.
La imagen del árbol que veía por la ventana de su cuarto lo obsesionaba. En 1890, días después de salir del confinamiento voluntario en aquel antiguo monasterio del siglo XII, escribió en una carta a Paul Gauguin que nunca envió: "Tengo aún de allá un ciprés con una estrella, una estrella de resplandor exagerado, si te parece, resplandor suave de rosa y verde en el cielo ultramarino donde corren las nubes".
Pobre y atormentado por sus trastornos mentales, Van Gogh se suicidó a los dos meses de haber abandonado el manicomio de Provenza. Tenía apenas 37 años.
La operación en que fue descubierto el lienzo empezó en octubre pasado, cuando la Agencia Tributaria dispuso incautar 542 cajas de seguridad en más de 250 sucursales bancarias. Sus dueños tenían deudas fiscales por casi US$ 400 millones.
Pese a la habitual aparición de joyas, dinero negro y obras de arte sin enmarcar, no había precedentes de hallar un tesoro semejante durante una investigación antifraude.
El cuadro fue cedido el Ministerio de Cultura, que deberá corroborar su autenticidad. En paralelo, se abrió una pesquisa judicial para determinar cómo llegó la obra del genio del pelo rojizo hasta esa caja fuerte bancaria...
El País

martes, 13 de mayo de 2014

TE VOGLIO BENE


 Hay canciones que merecen conocerse por dentro, ésta es una de ellas: "Te voglio bene", canta Pavaroti

"Te voglio bene" fue escrita por 
Lucio Dalla en el verano del 1986 y dada a conocer en octubre de ese mismo año en el álbum "DallAmeriCaruso".

A Lucio Dalla se le descompuso el barco en Sorrento, (Italia) y para poder hospedarse había disponible solamente un lujoso apartamento en el Grand Hotel Excelsior Vittoria, donde el famoso tenor italiano Enrico Caruso, había vivido los dos últimos meses de su vida y en el que se conservaban intactos sus libros, sus fotografías y su piano.
Ángelo, que tenía un bar en el puerto le contó a Lucio esta historia... y él la regaló al mundo con música.
Caruso estaba enfermo de cáncer a la garganta y sabía que tenía los días contados pero eso no le impedía dar lecciones de canto a una joven de la cual estaba enamorado.

Una noche de mucho calor no quiso renunciar a cantar para ella que lo miraba con admiración, así que, aun encontrándose mal, hizo llevar el piano a la terraza que daba al puerto y empezó a cantar una apasionada declaración de amor y sufrimiento.

Su voz no solo era bella sino tambien potente y los pescadores, oyéndole, regresaron al puerto y se quedaron anclados bajo la terraza. Las luces de las barcas eran tantas que parecían estrellas o quizás las luces de los rascacielos de Nueva York...

Caruso no perdió las fuerzas y siguió cantando sumergiéndose en los ojos de la muchacha apoyada al piano.

Esa noche su estado empeoró. Dos días más tarde, el 2 de agosto de 1921, moría a los 48 años de edad en Nápoles, ciudad en la que había nacido el 25 de febrero de 1873.
Esta canción narra el drama de esa noche... con luces y sombras del pasado... con muerte y vida...

Un hombre enfermo que busca en los ojos de la muchacha un futuro que ya no existe...Es un testamento de amor. Este fue su último concierto.

Y su excepcional público... el mar, las estrellas, los pescadores, las luces de las barcas y su amada...

Espero que disfrutes esta bella canción. 

Anch`io ti voglio bene



domingo, 4 de mayo de 2014

El arte como camino espiritual

Extracto del artículo “La danza como camino espiritual”

09/10/2012 - Autor: Rosalía Pérez González - Fuente: Revista Sufí nº23 2012

Dónde comienza lo físico y dónde termina lo emocional













Es difícil delimitar dónde comienza lo físico y dónde termina lo emocional, lo mental o incluso lo espiritual. Cuerpo y alma no están divididos, como se nos ha hecho creer en occidente a través de tantos siglos de dolorosa ruptura, sino tan unidos que incluso sus límites son difusos. Esta idea cada vez está siendo más atendida en el ámbito de la medicina y la terapia: la bioenergética, las flores de Bach o la homeopatía, por citar sólo algunos campos, operan tanto a nivel físico como a nivel emocional y psicológico. Sin embargo, en el ámbito espiritual occidental, el cuerpo sigue siendo visto como un mero recipiente del alma, algo de baja condición que nada tiene que ver con las altas aspiraciones del espíritu. No sólo se convierte en algo casi anecdótico, sino que muchas veces se entiende incluso como un lastre que obstaculiza el camino espiritual. Aplicar una visión holística, que conciba el cuerpo y el anima como un todo, al terreno de lo espiritual es, por tanto, de vital importancia. Para ello, será inevitable volver la vista a oriente, que tanto tiene que decir al respecto.
Se precisa, no obstante, de una aclaración preliminar: el ámbito desde el que vamos a abordar este tema es el artístico. Esta mirada al cuerpo como integrante necesario en la conquista de lo Trascendente que estamos proponiendo, la contemplamos desde el arte. Y es que entendemos el arte como atanor fundamental desde el que cualquier materia se puede transformar, cual proceso alquímico, en una señal de lo Desconocido. Evelyn Underhill afirmaba que: «donde el filéisofo reflexiona, el artista intuye y el místico experimenta». En efecto: el arte puede ser la antesala de una experiencia espiritual profunda tanto para el creador como para el espectador.
La danza, que toma por instrumento artístico al cuerpo, puede convertirse en un camino espiritual, puede hacerse oración fecunda que prepare el terreno para el tan ansiado encuentro entre criatura y Creador, amante y Amado.
El arte como camino espiritual
El arte es religión, la religión arte, no relacionados, sino la misma cosa.
Coomaraswamy
Antón Pacheco afirma que el arte tradicional: «Es ante todo un arte sagrado, un arte que descubre y se abre a la Presencia». Seguidamente, el estudioso matiza: «El arte sagrado puede ser o no arte religioso. Es decir, puede estar adscrito a unas delimitaciones confesionales particulares, pero no necesariamente: arte sagrado es todo aquel que tiene la capacidad de llevar a cabo un descubrimiento de lo numinoso» (32-33). Sin embargo, éste carácter sagrado del arte se rompe en occidente con el comienzo de la modernidad. Mientras, oriente sigue contemplando el arte como vía de reunificación con el Absoluto.
Y, ciertamente, así lo es en primer lugar para el autor de la obra de arte. Ambos, artista y Dios, comparten la experiencia creativa, el acto de «crear», entendiéndolo como un acto que proporciona orden y equilibrio: «Allí donde hay paso del caos al cosmos, allí hay arte y artista » (Antón, 23). Obviamente, se trata de una creación de distinto grado en cada caso. Considerando que toda creación realmente procede de Dios, el artista se convierte de hecho en un canal por el cual la Divinidad se expresa. Pero para conseguir ser canal, espejo donde se refleje lo Desconocido, el artista ha de trabajar con todas las sombras de su ego. El pulimiento del espejo es el paso necesario para poder cumplir su función reflectante. Por ello, es necesario un intenso trabajo de autoconocimiento personal. Así lo contempla el famoso hadis: «El que se conoce a sí mismo, conoce a su Señor». Tras esta ardua tarea, el creador dejará traslucir no ya su ego, sino su verdadero Yo.
El arte es también develación. Ibn Arabi hablaba de un mundo imaginal, el Barzaj, que era en realidad un mundo intermedio entre lo puramente espiritual y lo puramente material. A este mundo se accede a través de la creación, puesto que ésta trabaja simultáneamente con lo material y con lo desconocido, con la forma y con lo espiritual. La imaginación se convierte así en un órgano de conocimiento del Más Allá, un instrumento de develación de lo oculto. Aún más: la imaginación también es un medio para transformar la realidad. Y es que: «La imaginaciéin es una energía poderosa, una vibración capaz de alterar la estructura molecular del universo. Cuando es introducida esta vibración, el universo entero produce un movimiento de adaptación a esa vibración» (Crespo, 177).
De ahí que la imaginación sea, para Ana Crespo, una de las mayores responsabilidades del ser humano, pues lo imaginado es una puerta va abierta: «Las realidades no existen: se manifiestan recurrentemente a través de la facultad Imaginal del corazón. Lo verdaderamente esencial es embellecer la imaginación, aspirar cada vez a formas más hermosas, más limpias; limpiar la imaginación de todo resquicio ensombrecido, de toda faceta ensombrecedora de la Belleza» (Crespo, 83).
El arte visto así se presenta como un verdadero trabajo alquímico. Por un lado, el artista transmuta y perfecciona la materia con la que trabaja. Por otro, el artista se transforma a sí mismo. Pero no sólo la creación de la obra artística puede ser un camino espiritual, también su contemplación favorece un despertar de la conciencia, provocando en el receptor un movimiento de reintegración con lo Absoluto.
En este sentido, es muy interesante la filosofía india sobre «placer estético» o «gusto»: la teoría del Rasa. Esta teoría se desarrolló en Cachemira entre los siglos VIIXI a través de los comentarios de distintos estudiosos al tratado de Dramaturgia (Natyasastra) de Bharata del siglo II. Abhinavagupta compiló todos estos comentarios en la segunda mitad siglo X y elaboré), a raíz de un profundo diálogo intelectual con sus antecedentes, una interesantísima teoría del placer estético. Uno de los aspectos esenciales de la teoría de Abhinavagupta es que, en vez de situar el rasa en el actor durante la representación, lo hace en el espectador. Es en el espectador donde surge el placer estético, siempre y cuando tenga una especial disposición estética ante la obra de arte. En el espectador, denominado sahrdaya, esto es: «aquel que tiene corazón», resuenan los sentimientos básicos (sthayibhava) que ve en escena y ya posee previamente en su subconsciente de forma latente, afectándose emotivamente. De esta manera, consigue olvidarse de sí mismo y sumergirse en la representación sin implicación personal ni elementos que agiten su mente: «Al estar emocionalmente afectado, en la identificación el individuo se olvida de sí mismo: se des-personaliza, se libera de los elementos espacio-temporales que constituyen su individualidad. Entra en el ámbito de lo universal» (Maillard, 82-83).
En este sentido, la experiencia estética se acerca mucho a la experiencia mística:
Ambas son estados de conciencia desinteresados en los que se verifica una pérdida de sí, una inmersión del sujeto en el objeto de experiencia. Esta despersonalización va acompañada, en ambos casos, de un placer que no es el resultado de la satisfacción de un deseo, sino el de una universalización unificante. (Maillard, 88)
Por su parte, el sufismo considera el arte como una llamada al espectador que le invita a un reencuentro con lo Divino. Al igual que el sonido del ney, — cuyo melancólico lamento revela al oyente, sumido en las sombras de la realidad, su origen en la Luz— la obra de arte «despierta el hambre interna, el anhelo de hogan> (Crespo, 125) del receptor, propiciándole a unirse con la fuente de esa belleza. Y es que: «La belleza despierta el amor en el ser humano y la nostalgia hacia el mundo celestial» (Crespo, 136). Bien lo sabía Qazáli, quien afirmaba que la música y la danza «avivan la llama de cualquier clase de amor que se encuentre adormecido en el corazón, ya sea terrenal y sensual o divino y espiritual».
Escuchando al filósofo musulmán, se nos impone una pregunta: ¿Qué tiene de especial el arte de la danza para conseguir avivar el amor espiritual?