"El Espejo"


Hace mucho tiempo, allá por el 1783, se fundó un pequeño pueblo llamado Ybytyni, que en Guaraní significa: " Montoncito de tierra". Distante unos cien kilómetros de Asunción del Paraguay.

Un chacarero de la zona fue a la ciudad por primera vez y como adoraba a su esposa, al encontrar un espejo de plata bruñida, se lo llevó de inmediato como regalo. Al volver, corrió presuroso a entregárselo, contándole además ante el asombro de su dulce mujer, que cada persona en la ciudad tenía uno. Le explicó que ese redondel de metal se llamaba "Espejo" y la alentó a mirarse en él y a contarle lo que veía en el mismo. Ella con timidez se miró y dijo:
- Veo una linda moza que me mira y mueve los labios como si hablase y - caso extraño - lleva un vestido azul igual al mío.
- Querida - le dijo él, es tu propia cara la que ves en él-
Así las cosas, ella lo guardó para siempre sin volver a mirarse nunca más. Tiempo después, tuvo una nena. Jamás le contó acerca de ese maravilloso espejo a su hijita. La niña creció con la misma frescura e inocencia de su madre.

Pasaron los años y la mamá comenzó a sentirse muy enferma. Cierto día se acostó y llamó a su hija al lecho, porque sentía que se estaba muriendo. Miró a su niña tan bella como una vez lo había sido ella misma y murmurando le dijo:
- Querida, pronto me he de morir. Quiero que me prometas que no me extrañarás porque podrás mirarme todos los días -
- Madre ¿pero cómo podré hacerlo? -preguntó la muchacha bañada en lágrimas.
En ese momento, apenas con la mano le señaló el baúl que se encontraba en la estancia como el sitio donde se guardaba y muy cansada y dolorida, le explicó todo lo que sabía de ese pedazo de metal. Poco después falleció.

A partir de ese día, la hija saca el espejo del baúl, muy feliz porque la ve a su madre a diario, y habla con ella, risueña y llena de dicha por no haberla perdido. Su padre la suele mirar a lo lejos...jamás le contó la verdad.