Ubicamos con facilidad la puerta de entrada. Nos recibe un resplandor vibrante. Son luces naciendo de soles y estrellas en formación, que parecen salir a nuestro encuentro, envolviendo el asombro del Visitante al descubrirlas allí, en el fondo del océano. Con gracia y sutileza, lo acompañamos hacia una plataforma mullida, invitándolo a subirse a ella. Lo hace, cerramos sus párpados dulcemente. Tocamos apenas su pecho para aquietar el corazón que palpita un tanto inquieto, y de inmediato la respiración se calma. Al sentirlo preparado, damos la señal. Sobre su cuerpo inmóvil, pasan a velocidad impresionante, cientos de rayos láser multicolores, para limpiar sus cuerpos de impurezas traídas de la Tierra. Pasean suaves, por su cuerpo físico, emocional, mental y espiritual. En menos de tres minutos queda en perfectas condiciones. Una sonrisa amplia bordea los labios, mientras permanece aún con sus ojos cerrados. Conocemos esa sensación de frescura y plenitud. Luego se incorpora, mientras su mirada refleja un mundo de agradecimiento. Felices lo asistimos y seguimos nuestro paseo. Nos dirigimos ahora, hacia una cámara especial de sanación. Se coloca confortablemente, sobre la base de una gran pirámide de puro cristal, a sus costados hay dos más y encima de su cuerpo sin tocarlo, está suspendida otra tan grande como las demás. Nos mira lleno de confianza, por lo tanto damos levemente otra señal, y salen de cada una de ellas, un chorro de arco iris lumínico conteniendo energías puras. Son energías conscientes, por lo tanto saben qué lugar específico de su cuerpo las necesita, y hacia donde deben dirigirse a fin de sanarlo, lo que realizan de manera impecable. En esta cámara se suele tardar algo más. Cuando transcurre lo que en tiempo terreno, equivaldría a una hora, finalizan su labor. Nuestro visitante se incorpora maravillado, los dolores y molestias han desaparecido por completo. Notamos su columna vertebral erguida, la mirada tiene chispa y trasunta vitalidad. Ahora acompaña nuestro ritmo, entusiasmado por conocer más y más de esta maravillosa Ciudad sumergida, nos sonreímos ante su cambio tan radical. |
El Visitante parece flotar cuando observa admirado en medio de esos pasadizos, de esas calles llenas de misterios, tantos seres diferentes. Es que esta Ciudad - Templo contiene la mayor diversidad de individuos del Universo, mientras algunas naves particulares vuelan con precisión perfecta a nuestro alrededor. Lo guiamos hacia la próxima parada, para que tome un refrigerio. Junto a él, lo degustamos también. Nos hace saber telepáticamente, que jamás probó algo tan exquisito, ni bebió delicia semejante. Le creemos, alguien nos dijo que parecía Ambrosía y Néctar. Ya más compuestos, vamos directamente al Salón del Conocimiento. Allí está reunido el Consejo de los Siete. Seres con una vibración muy elevada, que poseen prácticamente todo lo pasible de ser aprendido, Queda entonces con ellos, el tiempo que le lleve adquirirlos. Seguimos luego cada una, con las tareas habituales. Ya nos avisarán cuando el Visitante se encuentre en condiciones para salir. En el instante exacto en que finaliza nuestra Danza acuática, nos llaman. Al verlo, notamos en él una postura diferente, más erguida que la anterior pero tensionada. Percibimos también que su cabeza parece más pesada, y su rostro muestra un dejo de arrogancia que lamentamos. Sin dejar entrever esto, lo acompañamos hacia una Cámara Secreta. Allá, en medio del hermetismo más absoluto, se encuentran los mayores dirigentes de este y otros Planetas. Se los ha elegido justamente por sus méritos. Cada uno de ellos se encuentra bajo una lectura constante de su nivel vibracional, en cuanto el mismo no está a la altura que corresponde, se lo deja al cuidado de un Maestro Ascendido. Esta Cámara especial es en cierta medida, el Eje del Poder. Desde la Torre más elevada de la Ciudad de Cristal, surgen vibraciones de color y sonido que la mantienen en contacto instantáneo con todo el Cosmos. Presentamos al Visitante con presteza, yendo luego cada una de nosotras, a diferentes destinos. A su debido momento, nos avisan que está en condiciones de ser llevado hacia otros lugares. Al vernos, indignado, se da media vuelta negándose a acompañarnos. Nos sentimos azoradas. Creímos que sería diferente, sin embargo ya se cree en condiciones de formar parte de la Cámara. Lo dejamos por el momento en ella entonces, mientras nos reunimos para deliberar el siguiente paso. Todas nos ponemos de acuerdo, y ya en marcha decidida, nos dirigimos para sacarlo literalmente como sea. No existen guardias acá, ni falta que hacen. Cuando nos ve en ese estado, algo en él se modifica y concuerda en seguirnos. Hay un voto tácito y quedo a solas con el Visitante en el Templo. Es un espacio sacro, íntegramente blanco, donde la serenidad y una luminosa paz impregnada de gozo, se pueden palpar. Sin mediar palabra alguna, le hago partícipe de lo sucedido hasta el momento y con un Cristal Maestro dibujo símbolos de fuego en su aura como aceleradores de ascensión; noto que se conmociona, luego se conmueve y quiebra finalmente. Llega más tarde, en un justo lapso de tiempo, la comprensión, y posteriormente el arrepentimiento. Algo después, realizamos un acto muy simple pero poderosísimo en ese Santuario. Surge el verdadero Amor en toda su Magnificencia. Su alma queda al descubierto, mostrándose desnuda y sincera como jamás antes lo estuvo. En ese acto pleno de entrega, descubre finalmente quién es. Un hombre ya transformado, nos acompaña ahora, hacia el Arcano Mayor… Delia |
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