sábado, 16 de marzo de 2013

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Artistas que hicieron la guerra a la guerra


EL GUGGENHEIM BILBAO EXHIBE OBRAS DE ARTISTAS QUE RESISTIERON A LA OCUPACIÓN NAZI
BILBAO, MAITE REDONDO - Sábado, 16 de Marzo de 2013 
Una mujer ante un cuadro de Henri Matisse.
Una mujer ante un cuadro de Henri Matisse. (efe)

    • Una mujer ante un cuadro de Henri Matisse.
    LA pintora judía de origen alemán Charlotte Salomon murió en la cámara de gas del campo de concentración de Auschwitz el 10 de octubre de 1943, a la edad de 26 años. Sus cuadros, que cuelgan desde ayer en una de las galerías del Guggenheim Bilbao, impactan en la retina del espectador. Como los de Eluard y su compañera Ruch, o los de tantos otros creadores que pertenecieron a la resistencia francesa y se refugiaron en campos de internamiento y psiquiátricos para huir de la opresión de la ocupación nazi.
    También se pueden contemplar algunas inquietantes obras de una joven creadora totalmente desconocida, Miriam Levy. "Solo sabemos de ella que tenía un gran talento como demuestran estas pequeñas obras que se pueden ver ahora en Bilbao", explicaron ayer Jacqueline Munck y Laurence Bertrand Dorléac, comisarias de la exposición Arte en guerra. Francia 1938-1947: de Picasso a Dubuffet, que el Guggenheim ha abierto al público hasta el 8 de septiembre. Una gran exposición organizada en colaboración con el Museo de Arte Moderno de París (MAM), que reúne más de 500 obras de 120 artistas que supieron dar una respuesta estética al horror de la II Guerra Mundial y que, sin duda, no puede dejar indiferente a nadie.
    Patrocinada por el BBVA, Arte en la guerra tiene varios niveles de lectura, según explicó el director general del Guggenheim Bilbao, Juan Ignacio Vidarte. "Acerca al público un contexto histórico y político durante la guerra en Francia y da a conocer el trabajo de los artistas de la época, incluso de los más desconocidos. La exposición evidencia la forma en la que estos creadores resistieron y reaccionaron "haciendo la guerra a la guerra", con formas y materiales casuales impuestos por la penuria, incluso en los lugares más hostiles a toda expresión de libertad.
    MATISSE, PICASSO, GIACOMETTI...
    Los surrealistas
    Nada más adentrarse en la exposición, que previamente ha pasado por el Museo de Arte Moderno de París, el visitante parece retroceder a 1938, cuando se celebró la Exposición Internacional del Surrealismo, en la que se intuyó lo que estaba por venir, cuando la componenda de Munich dio alas al nacionalsocialismo de Hitler. Para poner en contexto la situación, se ha recreado incluso una de las instalaciones de Marcel Duchamp que se expusieron allí y se ha cubierto el techo con sacos de carbón, que producen un efecto sobrecogedor, como si el visitante estuviera oculto por una enorme trinchera.
    Más politizados que sus compañeros, los surrealistas habían presentido que, de un día para otro, todo podía decantarse por la violencia, como así ocurrió. En esa atmósfera oscura y de pesadilla, se pueden contemplar obras de Dalí como La torre (1936), el Cadáver exquisito de André Bretón o La inspiración de Yves Tanguy.
    En otra sección, se muestra la producción artística de los artistas en los campos de concentración, creados inicialmente por las autoridades francesas para albergar a los ciudadanos que huían de la España franquista, y en los que fueron confinados 600.000 hombres y mujeres, entre republicanos españoles, judíos y miembros de la residentencia gala. En una de las vitrinas se encuentra un álbum de fotografías abierto precisamente por las páginas en las que se ven imágenes de actividades realizadas por prisioneros vascos, entre ellos varios dantzaris.
    En esta atmósfera hostil, incluso los maestros de referencia como Picasso, Matisse o Pierre Bonnard se protegían encerrados en sus talleres o confinados en la zona sur del país, al abrigo de la persecución nazi. Una de las galerías está dedicada precisamente al artista malagueño Pablo Picasso, convertido en todo un símbolo de la resistencia a la ocupación nazi. En ella, se encuentran su Cabeza de toro, realizada con el manillar y el sillín de una bicicleta, o sus magníficos retratos de las mujeres que formaban parte de su vida amorosa como Marie-Therèse Walter, Dora Maar o Françoise Gilot. La exposición también acoge obras de aquellos artistas, que desde los hospitales psiquiátricos donde estaban internados, trabajaron con los materiales que tenían a mano.
    Al lado están las obras de la galería de Jeanne Bucher, una de las pocas que resistió en París mostrando el trabajo de artistas que para los nazis eran degenerados.
    Cierra la exposición una escultura de formas angulosas que lleva el sello de Giacometti, Nariz (1947), que parece un apéndice nasal pero también recuerda a una pistola. Sin duda, una exposición inquietante, en algunos momentos, angustiosa, pero que no quiere caer en el pesimismo ni en el derrotismo. "Hemos querido que sea una muestra optimista, esperanzadora, porque a e pesar de los horrores de la guerra, muestra cómo salir adelante", finalizaron las comisarias.

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