del corazón”
El genial guitarrista presentará en Buenos Aires su disco “Live”. Antes, habló con Clarín sobre la importancia que les da a los momentos en familia. Y se dedicó a revalorizar la intuición por sobre la técnica en la música.
11.11.2013
Por César Pradines
“Me di cuenta que la pureza estriba en el corazón; la pureza del flamenco está dentro de cada uno; la pureza es libertad”, dijo Francisco Sánchez Gómez, conocido como Paco de Lucía, al referirse a su música.
Su tono es cálido, amigable y se diría que con tanto mundo ha perdido su acento español. Un músico virtuoso sin pedantería y con una clara conciencia de hacia dónde corre la vida. “La música es mi vida, pero mi familia también”, dice a Clarín durante la charla telefónica.
Se lo ve muy cerca de su familia. Incluso, sus hijos lo acompañan en la gira.
Paso todo el tiempo que puedo con ellos. Sucede que los especialistas (sic), los que vivimos de alguna manera obsesionados con algo, enfermos por nuestra vocación o gustos, descuidamos a la familia y hacemos una vida alejada de ella porque buscamos algo que nos sorprenda y que sorprenda al mundo, y nos perdemos de estar con ellos, disfrutar esos momentos, de viajar a sitios donde sentirnos bien en familia.
“A los doce años me fui de Algeciras para Madrid y allí viví muchos años; luego comencé a viajar mucho a México, donde tengo una casa en una playa del Caribe, me gusta mucho el buceo y ese era un lugar hermoso y cómodo y fue en ese país que conocí a mi segunda esposa, Gabriela, con quien tengo dos hijos: Antonia, de 12 y Diego, de 7, que nacieron en México y que me están acompañando. Vivimos en México y fui verdaderamente feliz, pero la situación se fue poniendo cada vez más complicada, con secuestros y violencia, así que nos mudamos a Mallorca, donde residimos ahora. Aprendí a disfrutar de mi familia; la experiencia me ayudó a ver mejor lo que es importante para mis seres queridos”, agrega este músico que trae como argumento de gira su disco Live, un álbum doble grabado en vivo en diferentes escenarios durante su gira de 2010, con un puñado de composiciones originales magistralmente interpretadas.
Para los dos conciertos en Buenos Aires se presentará en octeto con Antonio Sánchez, su sobrino, en guitarra, Antonio Serrano en armónica y teclados, Alain Pérez en bajo eléctrico, “El Piraña” (Israel Suárez) en percusión, Antonio “Farru” Fernández en baile y los cantaores David Maldonado y Antonio Flores.
En la actualidad la guitarra de Paco tiene más peso en su sonido y más prudencia en sus aceleraciones. Se podría decir que su técnica y flamencura van de la mano.
¿Cómo concibe la técnica en la música?
La línea es muy delgada entre la técnica y el corazón. Estudiar exhaustivamente armonía, intelectualizar la música no es recomendable. Sí conocerla, pero también tener en cuenta el matiz, estar con el instrumento, disfrutarlo y desafiarse uno mismo. Vengo de Cuba (el 2 de octubre inició su gira en La Habana) y, por ejemplo, los pianistas jóvenes se comen el instrumento, pero cuando se les pide un “tumbaito” de esos que suenan en la calle no lo tocan bien, no lo saben, y la intuición está muy tapada de teoría. Estoy en Brasil y lo mismo sucede con los percusionistas, tocan percusión como en Nueva York. Cuba y Brasil tienen un folklore enorme y así se pierde poco a poco lo propio. Como decía Machado, para ser universal tienes que reflejar tu pueblo, hablar de lo propio. Tocar con tanta técnica y tanto estudio de la armonía termina haciendo sonar a todos igual, y los artistas queremos dejar nuestro trazo; que se escuche un andar y digan es tal o cual , y te lo dice alguien que estudió duro. Hablo de música de raíz, de la emoción de saberla transmitir, eso no puede faltar. La técnica ayuda, pero no debe ir delante de la música.
Para el artista, la técnica puede hacer perder matiz a la música. “Si se la piensa demasiado, la espontaneidad quedará de lado y con ella la sorpresa, el disfrute, porque si todo se sabe de antemano se vuelve rutina, no creación. Cuando no sabes qué hacer es la intuición la que toma las riendas de la música y ese momento es soñado”, dijo este guitarrista de toque único y sentimiento profundo.
Por cierto, todo esto viene de quien fue nombrado en mayo de 2010, Doctor Honoris Causa por la escuela Berklee de Boston. Una herejía.
¿La tradición es suficiente para tener encendida la imaginación?
Necesitaría dos vidas para expresar todo lo que me transmite el flamenco. Su espíritu, su emocionalidad tan entera. No es una música que pueda explicar un conservatorio y decir: ‘esto está bien y así se toca’. Mi experiencia me dice que no es así, me dice que no siempre se sabe cómo se sigue y entonces hay que inventarlo; tocar sin saber con certeza el camino. No hay dudas: el flamenco necesita del corazón.
¿Eso de inventar el camino le trajo críticas?
Sí, en mis orígenes recibí críticas de los puristas del género, pero pudo más el corazón y el propio devenir del flamenco. ¿Puristas? Diría talibanes, no nos dejaban mover y eso va contra la vida misma. La tradición del flamenco es fuerte y sus emociones también.
¿Se sigue sintiendo un cantaor frustrado?
(Sonríe) Bueno, qué puedo decir a esta altura. Esto ya lo he contado. Era un niño muy tímido, pero muy tímido. Yo quería cantar, eso era lo que quería, pero cantar era poner la cara y tocar la guitarra era esconderme tras ella. Mi timidez eligió la guitarra.
¿Lo que me contó sobre su familia hace que viaje menos?
Ya no tengo tantos deseos de hacer viajes largos, le tomé idea al avión; no sé, son los años y antes de que me ponga más viejo decidí hacer esta gira.
Paco fue decididamente un innovador, un músico revolucionario que llegó a sentir miedo cuando se dio cuenta de que cambiaba con relativa frecuencia su forma de tocar, hasta que se convenció de que hiciese lo que hiciese su sonido permanecería siempre flamenco. Desde aquellos años, su guitarra suena espontánea, con esa libertad integrada a la pureza y solos como soles que parecen nacer del centro de la Tierra para subir al cielo y todo aprendido a fuerza de intuición.