La bahía del bosque baja
al ritmo de arroyos de montaña...
Si quieres la fuente encontrar
tienes que ir arriba, contra la corriente.
Empéñate, busca, no cedas,
sabes que ella tiene que estar aquí.
¿Dónde estás, fuente? ¡¿Dónde estás, fuente?!
El silencio...
Arroyo, arroyo de bosque,
¡déjame ver el misterio de tu principio!
El silencio ¿por qué callas?
¿Con que esmero has escondido
al ritmo de arroyos de montaña...
Si quieres la fuente encontrar
tienes que ir arriba, contra la corriente.
Empéñate, busca, no cedas,
sabes que ella tiene que estar aquí.
¿Dónde estás, fuente? ¡¿Dónde estás, fuente?!
El silencio...
Arroyo, arroyo de bosque,
¡déjame ver el misterio de tu principio!
El silencio ¿por qué callas?
¿Con que esmero has escondido
el misterio de tu principio?
Déjame mojar los labios
en el agua de la fuente,
sentir la frescura, la frescura vivificante.
Déjame mojar los labios
en el agua de la fuente,
sentir la frescura, la frescura vivificante.
Tríptico romano
Juan Pablo II
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