Feria Eggo
Como en el súper: el precio dejó de ser el último gran tabú del arte
Gran éxito de la muestra que puso tope al valor de las obras
Por Evangelina Himitian | LA NACION
El precio dejó de ser un tabú en el arte. Ésa es la clave del éxito de EGGO, la feria de arte que ayer convocó a una multitud en el Centro Cultural Recoleta. Según los organizadores, unas 37.000 personas ya fueron parte de esta propuesta, que exhibió la producción de unos 300 artistas de todo el país. La consigna fue determinante: las 60 galerías que participan debieron colocar en un lugar visible para el público el precio de la obra, que debía estar entre 1000 y 25.000 pesos.
"En ventas, éste fue el mejor de los últimos seis años", dijo Álvaro Castagnino, presidente de la Asociación Argentina de Galerías de Arte.
"El arte siempre ha sido un asunto de elites; por suerte, está dejando de serlo. El precio ya no es un tabú. Que el público pueda comprar como si fuera un supermercado de arte nos coloca en el mejor de los lugares", dijo Milo Lockett, uno de los artistas presentes.
Esta decisión, la de colocar el precio junto a la obra, en vez de incomodarlos, colocó a los artistas en un lugar más cercano a los visitantes y compradores. "Comprobamos que no nos hemos equivocado. Incluir el precio de la obra significó, contra lo que muchos temían, que se vendiera más", agregó Castagnino.
El año pasado, la feria -que durante once años se llamó Expotrastienda- pasó a ser EGGO y vendió obras por tres millones de pesos. Según Castagnino, este año la cifra sería aún superior. Todavía no tiene números definitivos, ya que la feria cerrará esta noche y hoy se podrá visitar con entrada gratuita.
Llegar a la decisión de colocar los precios en lugares visibles no fue sencilla. Ya el año pasado los organizadores habían impulsado esta iniciativa. Sin embargo, la mayoría de las galerías se había resistido a incluir ese dato en la ficha técnica de cada obra. Este año, sin embargo, la aceptación fue completa.
También se establecieron rangos de valores. Se les pidió a los galeristas que el 70 por ciento de lo que exhibieran estuviera entre los 1000 y los 25.000 pesos. Un precio capaz de tentar a quienes no son los tradicionales consumidores de arte.
"Se ha cumplido. Y la franja que mejor se ha vendido es aquella que está entre los 1000 y los 3000 pesos", contó Castagnino.
El fin del tabú del precio en el arte significó un incremento en la cantidad de ventas. Y eso se notó ayer en los pasillos del Centro Cultural Recoleta, donde el desfile de visitantes que se iban con algún cuadro bajo el brazo era constante.
"Me encanta la propuesta. El precio no tiene por qué ser un impedimento. No desmerece la obra, por el contrario, la jerarquiza dentro del orden de lo cotidiano, de lo cercano, de lo accesible. Decir arte y decir precio no tiene que ser incompatible", dijo Micaela Dell Olivastro, de 28 años y arquitecta, que ayer llegó a la feria con una amiga. "No vinimos sólo a ver. Trajimos la plata y yo si encuentro algo que me guste, lo voy a comprar. No será la obra más cara, pero sí es una que me gusta y que puedo colgar en mi casa. Y eso me encanta", dijo Florencia Frattolillo, de 27 años.
En la entrada de la feria hay una mesa en la que dos mujeres embalan las obras que los visitantes acaban de comprar. Por momentos, no daban abasto.
"Que el arte se venda en una feria con los precios exhibidos a la vista de todo el mundo como si fuera un supermercado es genial y nos posiciona a la altura de lo que está pasando en Berlín, Miami y Londres", asegura desde su stand Milo Lockett. "Esto no sólo es bueno porque amplía el mercado, sino porque, superado el tabú del precio del arte, se puede producir un encuentro directo entre el artista y la gente. Eso es genial", afirmó.
REGALO PARA UN NIETO
Lockett se quedó allí durante casi toda la feria para dialogar con los visitantes. Incluso accedió a escribirles dedicatorias personalizadas detrás de las obras y hasta se emocionó cuando una abuela le compró una pintura para el cuarto de su nieto de cinco años. "Es un regalo que tal vez uno no hubiera imaginado. Pero es una gran idea, porque es darle la posibilidad a un chico de abrir en su cuarto una ventana al mundo del arte y transitar ese mundo todos los días de su infancia", dice.
Las nuevas formas de consumir arte a partir de precios accesibles plantean todo un desafío. Se estima que en la Argentina son unos 10.000 los compradores habituales de arte. El desconocimiento de la materia, el temor a no saber elegir o a tener que pagar una fortuna han sido los mayores enemigos de la ampliación del mercado. Sin embargo, en los últimos tiempos, la devaluación y las restricciones cambiarias han acercado a muchos nuevos compradores al mundo de las galerías, las ferias y las subastas. Se estima que el 60 por ciento de las personas que compraron arte durante el último año estaban adquiriendo su primera obra.
Emilio Fatuzzo tiene 32 años, es pintor y decidió estar presente en EGGO en el stand que expone sus obras. "Lo bueno de que el precio esté visible es que baja la tensión. Hay gente que es tímida y no se anima a preguntar cuánto cuesta. En cambio, superada esa información, se acerca al artista a preguntarle acerca de la obra. Y eso es muy gratificante. En estos días me han preguntado tanto por la técnica utilizada como si pinto de noche o de día, si tomo vino o Coca-Cola. Y está buenísimo. Es una manera de que los artistas conozcamos lo que piensa la gente cuando está del otro lado de la obra", dijo.
Fernanda Piamonti tiene una técnica que la distingue del resto. Ella usa pintura asfáltica y pinta imágenes urbanas sobre PVC. Mientras exhibe sus obras en el stand de la galería de Marcial Sarrías, no se incomoda en hablar del precio de sus obras con los visitantes y disfruta de las conversaciones que surgen.
"No es sencillo explicar la técnica. Uso desde tierra de Misiones hasta carbón. Y la gente siente curiosidad. Pero también valoran el trabajo. Por suerte hay una noción de que el arte joven también puede valer. Nadie me dijo: «Qué divino esto, pero qué caro». Eso ya es una satisfacción", apuntó.
La feria puede visitarse hasta esta tarde. Hoy, a diferencia de los días anteriores, la entrada es libre y gratuita.
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