Arte “incómodo”: un fotógrafo retrató la vida
sexual de su madre
El provocador artista es el estadounidense Leigh Ledare y la fotografiada es Tina Peterson, ex bailarina de danza clásica y actual experta en striptease. Con su trabajo, intenta explorar de qué manera nuestras reacciones y sensaciones frente a algo están construidas socialmente. Hablamos con él.
Sabrina Díaz Virzi
sdiazvirzi@agea.com.ar / @sabridiaz
Desde Playboy a Bailando por un Sueño, la exposición de cuerpos desnudos o con poca ropa ya no sorprende. Al contrario, se exhiben y se multiplican. Pero, en su mayoría, son cuerpos despojados de su historia, de sus vínculos. Son cuerpos para mirar sin preguntarse nada. Leigh Ledare retrató durante 8 años a Tina Peterson (antes, experta en danza clásica; hoy, bailarina de striptease) mientras tenía sexo con amantes más jóvenes. Un detalle por fuera de las fotografías: Leigh es el hijo de Tina.
El provocador artista estadounidense explora el impacto que genera en el espectador la inclusión de la identidad y las relaciones en el arte. ¿Es lo mismo que esa mujer sea (su) madre? ¿La sexualidad de los padres es un tema tabú? Con un solo dato estas fotos pasan de ser (simplemente) pornográficas a rozar el incesto.
La lente del fotógrafo supone cierta “distancia” de la situación retratada pero, en este trabajo, es imposible ver las imágenes sin vincular ambas partes (fotógrafo y fotografiada), porque es justamente eso lo que escandaliza: el vínculo. “Nos definimos a través de nuestras relaciones”, dice Ledare a Entremujeres vía mail. “Si una fotografía o un objeto (por ejemplo, un regalo) llevan una carga emocional que sugiere cómo deberíamos responder en relación a ellos (por ejemplo, con deseo o repulsión a una imagen pornográfica), al mostrar cómo las imágenes encajan en las redes de relaciones sociales me interesa revelar cómo nuestras respuestas están construidas socialmente”.
Una de las imágenes fue terminada con la colaboración de una niña de tres años, a la que le pidió que dibujase con crayones sobre una foto de su madre desnuda. Según el fotógrafo, la nena era aun demasiado chica para comprender el erotismo de la imagen. Esta acción dejaría en evidencia, una vez más, la construcción social del punto de vista y obliga al espectador a ver en un mismo plano la desnudez y los trazos coloridos de inocencia, es decir, está obligado a “ver” lo que el niño no.
El fotógrafo, de 35 años, asegura que no se esfuerza en buscar sensacionalismo. “Lo veo como una forma de revelar cosas cuya existencia tendemos a reprimir o negar. A través de la intimidad del trabajo, intento colocar las preguntas más universales en el espectador más que en el trabajo”.
Un espectador incómodo
Leigh, admirador del fotógrafo y director de cine estadounidense Larry Clark, deja al espectador solo con sus prejuicios y subjetividades. Lo provoca, pero para que se cuestione sus propios ideales y convenciones y repase cuál es el significado que él le aporta al trabajo del fotógrafo con su mirada y sus sensaciones. “Tal vez molesto a algunas personas, pero creo que es un fiel reflejo de la vida y las relaciones. Las cosas no son blancas o negras: no pretendo presentar algo resuelto. La intención es presentar estas contradictorias demandas sociales impuestas a las personas”, explica.
Y agrega en una de sus extensas y sesudas respuestas: “Es una descripción del mundo en que vivimos. Esto puede ser confuso: no hay límites claros, ni existen categorías claras de lo que está bien y mal. Por el contrario, la obra pone en juego y cuestiona los supuestos categóricos acerca de cómo debemos comportarnos. Yo diría que la vulnerabilidad del material no yace necesariamente en el acto de las propias fotografías, sino en el hecho de hacerlas públicas”.
“Una de las cosas que trato de poner en primer plano con esta obra es la ambivalencia que existe en torno a revelar la intimidad, porque quiénes somos en la sociedad es, a menudo, definido en términos estrictos (especialmente en relación con el género, la clase, la edad y la forma en que se espera que nos comportemos). Al introducir la ambigüedad en los limitados roles que la cultura nos permite, el arte puede plantear cuestiones en torno a temas que, de otra forma, existen en una especie de punto ciego cultural”.
En este sentido, desde Argentina, la fotógrafa Julia Ramos, directora de Holbox Photo Gallery, opina que el hecho de “observar es subjetivo. Cuando miramos fotografía, nuestra reacción ante lo que vemos es de uno y de nadie más. El trabajo de Ledare puede gustar o no, pero como propuesta me parece sumamente interesante. Algunos lo considerarán provocativo, incestuoso, desagradable… Y otros no. Es un trabajo en el cual se puede ver que hay una postura, un punto de vista y un desarrollo riguroso del tema”.
Prolífico provocador
Antes de volcarse de lleno a la fotografía, Ledare se interesó en la psicología, la sociología, la literatura y el cine. Consultado por su opinión sobre la noción freudiana del complejo de Edipo y su vinculación con su obra, explicó que no cree que el poder de su trabajo provenga de una ilustración de sus ideas. “Pueden jugar con ellas pero, en cierto modo, el análisis de Freud es una gran ficción, una fórmula que tiene alguna aplicación pero un montón de limitaciones”.
Por estos días y hasta el 12 de mayo, el artista protagoniza su primera retrospectiva europea, en el Kunsthal Charlottenborg de Copenhague, en Dinamarca. La exhibición incluye fotografías como las que acompañan este artículo y otras de alto voltaje. Esta no es la única serie en la que eligió ponerse en una situación incómoda: para hacer Double Bind (Dobre Vínculo), viajó un par de días con su ex mujer y fotografió el reencuentro; dos meses después, le pidió a ella que repitiera la experiencia… Pero con su nuevo marido. Hastío, en un caso; ilusión, en el otro. Otra vez, los vínculos sobresalen de la imagen. E invaden al espectador, para que éste haga lo que sienta. O lo que pueda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario